lunes, 19 de octubre de 2015

No es verdad que todo vale

               
 Pensar es muy peligroso. Tan nocivo que nos lleva a no construir una crítica  serena de la realidad. Y la realidad actual tiene muchas vertientes para ser analizada desde una reflexión  de lo que es razonable y de todo aquello que no lo es.
Hoy por hoy muchas mujeres siguen  siendo invisibles en campos sociales a las que se le omite precisamente por ser mujeres. Y por aquello de no sentirse excluida casi nadie lo reconoce y admite. Seguimos celebrando pobremente días dedicados a la mujer como señuelos de feria o premios de consolación. Lástima que no se celebren días dedicados a los hombres rurales, escritores, amos de casa… viudos. Sí, viudos porque cuando un hombre queda viudo sigue cobrando la misma pensión que con su mujer viva, al contrario que las mujeres que cuando se quedan viudas cobran la mitad y a todos los estamentos sociales les parece bien. ¿Bien? esa situación injusta, terriblemente injusta e inmoral, discriminatoria y machista; ¿acaso la mujer viuda  no paga los mismos impuestos, el mismo recibo de luz, la misma tarifa de calefacción y necesita poner la lavadora, ver la televisión entre otras muchas necesidades que cuando vivía con su marido? A nadie parece importarle esas necesidades primarias.
Y nadie las denuncia y defiende. Tema soterrado y enterrado en las miserias de asociaciones y discursos progresistas y políticos. Las mujeres siguen siendo invisibles e ignoradas desde antologías poéticas de ayer y también en las de hoy, Y siguen estando consideradas inferiores ante las jubilaciones por citar dos ejemplos latentes y auténticos. Todavía somos inferiores frente a la sociedad patriarcal. Es una realidad tan viva que decirlo está mal visto. Ni feminismo ni machismo, términos manoseados y grandilocuentes que sirven para obviar lo feo de una sociedad.
La nuestra, la que hacemos día a día en el campo agrario y en las aulas, en los sectores empresariales y en los obreros. No quiero celebraciones, quiero justicia real desde la cultura, las profesiones liberales y manuales. Me moriré sin verlo.  Y no son culpables los hombres, somos culpables todos, la sociedad que se vende y la persona que se calla.
Nos invade una subcultura donde todo vale. Y no es verdad.
La ilustración trajo y luchó por combatir la ignorancia, la tiranía de los gobernantes y el miedo de la superstición. El consumo desenfrenado y el hedonismo  imperante busca tanto placer y bienestar sensorial que olvida la ética que nos hace avanzar en todos los campos de la vida.
Los esclavos bajaban la cabeza ante sus amos, hoy no alzamos la voz ante tanta injusticia y miseria vestidas de falsas esperanza y promesas.

                                        
                                                                                                        Natividad Cepeda

Arte digital: N. Cepeda


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