sábado, 14 de diciembre de 2013

HOY CONTENGO MI ALIENTO CON SAN JUAN DE LA CRUZ

Contemplo Úbeda  alzada en su belleza.
Úbeda late bajo piedras sagradas.
Hay ciudades que esperan,  posadas en su altura,
para mirar los astros y levantar el vuelo.

Hoy contengo mi aliento para ver que se oculta
detrás de cada piedra, a través de la luz
en las orillas últimas, lentas de cada arista
que guarda entre sus piedras el paso de los días.

He llegado empujada por la magia invisible
de templos y palacios y también porque siento
la llama del amor. Hoy Úbeda me cerca.
Aquí están sus caminos y también mis fronteras.

Vengo a San Miguel, admiro su hermosura,
el delirio que esconde su música callada,
la quietud del Carmelo, melodía de Dios,
el paso de los siglos impreso en cada piedra.

La vida en estos muros es canto renovado,
el gozo permanente de labios invisibles,
sombras que sedan cita por todos los caminos:
Eje de la espiral del  círculo infinito.

No es fácil escuchar lo que no tiene voz
ni percibir el rezo de aquello que se aleja
del mundo y le complacen los besos de la lluvia.
Tiene este convento sabor a muchedumbre.

El oratorio de San Juan, su primer sepulcro,
visitantes y monjes, un latido de vida,
la historia del pasado junto a la vida nueva
con mis pasos más humildes que nunca.  

Llego con un legado de amor sin condiciones;
amor hacia un poeta, Juan de Yepes, en principio
para el mundo, sin límites de amor, Juan de la Cruz,
hombre místico que estudia los preceptos de Dios.

La sangre sin amor nunca tiene sentido
es sólo un caladero sin olas y sin barcas.
Vengo a San Miguel  porque llevo en el alma
a un santo castellano al que todos alaban.

Fontiveros es orgullo del alma castellana
con el deslumbramiento del sol en primavera.
Nadie puede escapar a su encanto y linaje
ni a su vieja leyenda de nobleza certera.

Hay que llegar a él  sin prisa ni equipaje,
sólo con el camino colgado en la mirada,
con todos los sentidos de par en par abiertos
metiéndose en el alma sus iglesias y muros.

Muchos siglos de historia del fraile carmelita,
con su oración en pie cruzan hoy las estrellas,
pero siguen aquí, luz de San Juan de la Cruz,
como el eco mundial de la fe que me hermana.

Visito Fontiveros  y Úbeda porque Tú, Señor,
así lo preferiste, lista para escucharte
a través del silencio de  pueblos y plazas,
donde tu magnitud  se muestra y permanece.

Oírte es el sonido de voces que nos hablan
del pan de cada día, de elevar rogativas,
por las calles desiertas a la sombra de templos
por donde las campanas esparcen su llamada.

Por las calles escucho el gorgojeo de los trinos
de pájaros, voces entrecortadas, pisadas
que se cruzan entre sí. El día me ha traído
hasta San Miguel para orar junto al Santo.

La vida es el prodigio fugaz de cada instante.
A través de la puerta del oratorio veo el sepulcro
que miro y me llega su voz en busca del Amado,
llamando a Dios a través de sus versos.

Son poemas de amor de todos conocidos,
y siempre nuevos para mi. La gente ignora
que me llevo sus ecos, su perfecta metáfora
junto al bello recuerdo de este día emotivo.

Todo a mí alrededor tiene aroma a oración
en Úbeda, ciudad  donde el santo murió.
Aunque parto, dejo aquí, para siempre,
mi corazón amante por San Juan de la Cruz.



                                                                      Natividad Cepeda

Poema del libro “Camino de amor” finalista del premio Mundial de Poesía Fernando Rielo 2011





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