viernes, 18 de mayo de 2012

El Altar de la Virgen en Mayo



                                                                               "El amor halla su expresión
                                                                                 más plena en la oración común"
                                                                                                                Juan Pablo II  
                                                                                          


A las cinco se empezaban "Las Flores". Siempre a las cinco.
A las cuatro se abría la puerta de la casa, se dejaba entornada
para que las mujeres penetraran sin tener que llamar.
Antes, tía María, pasaba al oratorio,
encendía la lámpara central,
miraba los jarrones muy repletos de flores,
volvía a colocar las sillas en perfecta alineación,
se asomaba a la pila del agua bendita
y comprobaba que el agua cumplía su misión redentora.
Luego, llegaba al reclinatorio, tocaba su rosario de azabache,
y volvía a colocar los libros de oraciones dispuestos donde ella se arrodillaba.
Encendía los candelabros eléctricos dentro de la hornacina de la Virgen,
estiraba una arruga inexistente  de la alfombra persa,
aspiraba el aroma que las flores dejaban en la estancia,
y muy despacio elevaba sus ojos a la Virgen del Carmen,
y con delicadeza,  fervor y respeto, santiguaba su frente envejecida.
Desde la puerta el gato blanco y negro la seguía en silencio.
En el patio volaban  gorriones y golondrinas,
y el laurel  plantado en la desechada cuba del vino
estiraba sus ramas para tocar la puerta del santuario doméstico.

El aire se llenaba de aromas a cera derretida y  alelíes.
Del rosal trepador se desprendían pétalos muy blancos,
parecía con el sol dando en la piquera blanca de cal que acabara de caer  nieve.
Las rosas de rojo terciopelo competían con la celinda  y la albahaca,
con los claveles, los geranios de olor y el perfume de las lilas
que inundaban  el iluminado altar, donde ardía la lamparilla del aceite .
El tibio aire de mayo se colaba, y dulce rozaba los ángeles de escayola
que con sus manos juntas oraban en silencio.
Refulgía el Cristo de metal  reflejándose en el lienzo protegido con cristal
de Santa Rita, y jubilosos se movían los manteles de hilo blanco y encaje
de bolillos del altar. Mayo sonámbulo de fiesta crecía en sus aromas
 y se postraba a los pies de la imágenes, y un silencio con clamor
de aleluya se ofrecía en las lágrimas transparentes de la lámpara.
Apenas si la tía María respiraba, los ojos de la Virgen y los de ella
se encontraban, y entonces parecía que hasta allí el cielo hubiera descendido.
Poco a poco iban llegando las mujeres,
pasaban, y en silencio ocupaban cada una su silla Unos minutos
antes de las cinco la tía María encendía las velas del altar.
Cuando desde el reloj de la torre de la iglesia escuchábamos las cinco,
al unísono, cantábamos canciones a la Virgen.
Las voces se elevaban sublimes por el aire, y hasta los gorriones y las palomas
rezaban el rosario cuando con emoción y fe desgranábamos el Dios te salve María...



La Virgen nos miraba,
y en su contemplación sagrada y silenciosa
nos sentíamos en paz.  A costa de los años
se fueron esos días, el tiempo sepultó a las personas,
derribó la casa, y el modesto jardín pereció con su dueña,
y un misterio de sombras de recuerdos y nombres
se quedaron prendidos en los días de mayo.
Dios te salve María...
mis labios, una a una, repiten confiados la oración
que aprendí en mi infancia, y al hacerlo una onda ternura
me renace en el alma. Dios te salve María, prólogo de mi vida,
belleza sin crepúsculo, aroma de otras vidas que descansan en Tí.




Dios te salve María
en las tardes de mayo, en las de abril y junio, también en las de agosto
y septiembre, en las noches de marzo de enero y de diciembre,
de   octubre y  de febrero y con noviembre pidiendo por las ánimas.
Dios te salve María toda llena de gracia
en el calor de julio a la hora del Ángelus. Te rezo Madre nuestra
desde la sencillez e ingenuidad de la oración del pueblo con mi fe
hacia adelante, con la huella en mi alma de aquél altar de mayo.


 Natividad Cepeda
                                                                                                     










Premio ferias y Fiestas Mota del Cuervo 2008
Fotografías: N. Cepeda

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