jueves, 11 de marzo de 2021

La eclosión de marzo


Es marzo eclosión  de la naturaleza llamando con su fuerza a la vida. Luz diáfana estallando por patios y ventanas, adentrándose  en las vidrieras de los templos. y en los patios que todavía existen por aquí.

En marzo la diosa primavera nos visita con su túnica de sonidos y colores removiendo la sangre en sus meandros. Llegan hasta nosotros vencejos que se instalan en los pueblos, anunciando que después llegarán las golondrinas chillando y alegrando las calles con sus vuelos rápidos y veloces.

Antes han llegado cigüeñas y los milanos negros. Todos vienen a devolver vida por vida. Nos alegran generosamente los días con su canto los verdecillos que ignoramos, anidando en cipreses y árboles urbanos, junto a los gorriones y jilgueros, a los que gustan muchas semillas de nuestros cardos manchegos.

Nos faltan gorriones: nos vienen faltando desde que las palomas hicieron de pueblos y ciudades su hábitat, ahora ya lo han proclamado las frías estadísticas que en España se han perdido la mitad de los gorriones; lástima que sólo unos pocos nos diéramos cuenta de que nos faltaban.

Son tan pequeños que a casi nadie importan. Notaba su falta porque no bajaban a las aceras buscando su alimento, y porque en la plaza de mi pueblo, desde que se plantaron árboles pequeños, perdimos sus sonidos y su presencia.

Pequeños gorriones la primavera os reclama y yo también con vuestros sonidos y canciones. Hemos debido envenenar el ambiente y perderos es  una llamada de atención muy importante.

La gente toda corre de aquí para allá sin percatarse de lo pequeño que es nuestro espacio de vida. La pierde enfrascada en buscar en teléfonos móviles noticias de otros sitios. Busca noticias de otras gentes desconocidas y así, ignora lo hermoso que nos rodea.


Marzo ha cubierto de blanco almendros y frutales de flores rosadas como si un manto de delicado encaje  hubieran tejido manos etéreas de hadas. En los campos verdea la siembra dejando alfombras frescas y lozanas más nadie las mira, salvo el campesino que las sembró y cuida.

He visitado estos días los hospitales y a pesar de llevar todos las mascarillas, estos molestos bozales que nos salvan de contagios, eso nos dicen… La gente habla y habla sin reparar en los carteles que nos dicen que hay que guardar silencio. Los médicos atienden saturados de pacientes y la muerte se pasea por pasillos solitarios y también por salas de espera atestadas de gente.

No hay tiempo para en los espacios exteriores contemplar  la vida que emerge. Vuelan pájaros y cantan sin que los orgullosos e ignorantes humanos los escuchen.

A veces siento que no pertenezco a este tumulto de sociedad frenética tan ociosa y a la vez tan pérdida en bagatelas absurdas. Por si fuera poco los políticos  anuncian nuevas elecciones en Madrid a causa de  traiciones y ruptura de pactos anteriores. Y nosotros, el pueblo, nos hundimos en la ruina de una economía rota y día día nos morimos sin darnos cuenta de que nada de lo que ocurre es normal. Nada, excepto la eclosión de marzo en su cuadro rebosante de vida y belleza.

 

Natividad Cepeda  

                                            

 

 

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