domingo, 16 de noviembre de 2014

Lugar Al Sol, de Valentín Arteaga

Bajo las vigas de  madera  del siglo XVI  en lo que fue banco de trigos  bajo el reinado del mejor alcalde, no sólo de Madrid, también de muchos otros lugares de España, el poco recordado Carlos III, el de la Puerta de Alcalá, en el Pósito de Campo de Criptana  se presentó el libro “Lugar al sol” del escritor criptanense Valentín Arteaga. Libro publicado por Ediciones Soubriet que recoge una serie de artículos publicado en el periódico del Común de la Mancha que dirige Jaime Soubriet del que es colaborador fiel, cada quincena, Valentín Arteaga. El prólogo de Santiago Lucas-Torres  López-Casero Alcalde de Campo de Criptana, y la fotografía de la cubierta,  de Rufino Pardo Valverde acogen en su interior vivencias de un caminante fuera de su lugar de nacimiento. Lugar que no ha olvidado a pesar de la distancia de kilómetros y de los años pasados fuera de sus calles y plazas.
El libro es una suma escrita  de recuerdos de infancia, de personajes y calles ataviados todos ellos con un lenguaje manchego con localismos perdurables en nuestros pueblos españoles. Del hablar castellano desde tiempos antiguos que perviven entre las gentes sedentarias de villas y aldeas, pueblos y ciudades y,  como dijo el autor ha encontrado en esa América de habla hispana  en sus continuos viajes.

Valentín Arteaga, sacerdote católico, pertenece a la Orden de Clérigos Regulares de San Cayetano de Thiene es actualmente el Padre General.  Entre su amplia bibliografía publicada siempre se encuentra en su obra la poesía -incluso cuando escribe prosa  como en este libro- junto a la filosofía cristiana y su personal radiografía de la sociedad variopinta del mundo actual.  El libro lo dedica” A las madres y  los niños de aquél lugar al sol cuando todavía el cielo  se podía alcanzar con las manos” La dedicatoria abre al lector la puerta de muchos momentos extraídos de la memoria de este prolífico escritor. Memoria que devuelve a la vida a personas que se marcharon y que dejaron en el hombre narrador un poso indestructible de belleza y armonía, a pesar de lo difícil de aquellos años donde nada sobraba. Entre esas páginas también hay crítica social y radiografías del  personal que deambula por el libro. Un libro para leer despacio y a tragos cortos como el buen vino. 
                                                                                                                                                                     
Entre las murallas vetustas del Pósito la voz pausada del escritor se fue alojando en las vigas de madera, cálidas y viejas, amparadoras de muchas otras voces del pasado. Y recogió entre los peldaños de la escalera de madera, con pátina de polvo suspendida en lo alto del techo, la presentación del concejal de cultura José Muñoz Violero y la lectura de un extracto del prólogo del alcalde disertando sobre esa tierra de gigantes  que es compendio manchego de acertijos y rutas por el solar manchego. La noche salpicaba de agua los goznes del portón de la entrada y deslizaba por las tejas lluvia mansa de otoño. En el piso de arriba del Pósito, el editor, con voz entrecortada por la emoción, recordaba  ser un privilegiado por haber conocido a Valentín Artega desde sus años de juventud, con diecisiete años soñadores, y desde entonces él, y toda la pandilla seguían siendo amigos de este escritor e intelectual del mundo. El público asistente mantenía un silencio sereno. Y bajo el influjo de la voz de todos ellos la noche se deslizó quimérica bajo las piedras del antiguo granero.


No hizo falta video ni música en la presentación del libro, porque una vez más la palabra envolvió  a todos en su mágica fuerza. El autor leyó algunos de los textos del libro y dialogó posteriormente con los asistentes en el coloquio final. Cuando detrás de todos se cerró la puerta del Pósito el aire de la sierra ojeo mi libro y sus más de 217 páginas sintieron la fuerza ancestral de la sierra cercana; la misma fuerza del autor del libro que como él mismo dice camina en la ancianidad.  Por las calles, el hondón de la noche tomaba el pulso de las horas al escritor residente en Roma al que por unas horas había recobrado. Aunque nada, ni nadie, le ha podido hurtar a Valentín Artega las lindes de su alma unidas a su pueblo y a las gentes manchegas.  Porque no otro pensamiento es este libro de “Lugar al sol”

                                                                                                                       Natividad Cepeda

Publicado en el Diario Lanza de Ciudad Real

domingo 16 de noviembre de 2014

Arte digital: N. Cepeda

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