Amo las tardes doradas de septiembre
igual que amo al hombre que me habita.
Amo las alas del último suspiro del verano
que navega en el sol de cada tarde.
Como amo el aroma de las uvas maduras
que al morderlas me saben al primer beso.
Y no quiero dejar de sentir el placer
de recuerdos lejanos que me hicieron mujer.
Septiembre es membrillo maduro
y dulzor de mosto cayendo por mis labios.
Sabed que en los atardeceres navega
por el aire el sonido de la voz de mi amado.
No penséis que estoy loca por
amar
al mismo hombre de todos mis
septiembres.
Al atardecer por él soy
remanso de silencio
y amor derramado en el ocaso
del atardecer.
Natividad Cepeda
No hay comentarios:
Publicar un comentario