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Homenaje en Valdepeñas a Leopoldo de Luis
Natividad Cepeda
En el universo múltiple de la
literatura española casi todo pasa inadvertido para el gran público, o es más
acertado decir que para el consumidor nato de los noventa no cuenta el mercado
literario. Los juglares que se enriquecen y el pueblo conoce son los
cantautores, a los que en excepcionales ocasiones se les puede llamar poetas.
Los mecenas de la poesía escasean y los actos literarios son de minorías casi
siempre. Quienes son los culpables no lo sé.
En Valdepeñas ciudad de hondas
raíces poéticas y con diferentes grupos literarios en la actualidad, se
inaugura el verano con un acto organizado por el grupo Desde el empotro,
Tertulia Literaria del Grupo A-6 con su ciclo vinos nobles con el Vaso noveno este
año en homenaje de Leopoldo de Luis.
Conocí a Leopoldo de Luis en una
primavera de los ochenta, me lo presentó Valentín Arteaga durante la
celebración de la tercera Semana de Poesía Española, que desgraciadamente se
dejó de celebrar. Fue entonces cuando tuve que leer algo de su extensa obra,
primero porque me fue recomendado por ser uno de los mejores poetas actuales,
también porque le hice una entrevista y solía antes de hablar con el
entrevistado informarme de su trayectoria personal, humana y profesional.
No he olvidado jamás aquella
entrevista, la grabadora me falló por causas desconocidas y hube de repetirla.
Durante la conversación descubrí a un hombre especial, de hablar mesurado,
puntual y rotundo al afirmar que nadie es maestro en la poesía, y la simpatía
que siente por los movimientos de los grupos literarios repartidos por los
diferentes pueblos del país. Él dice que estos grupos son la materia prima de
la literatura.
Me aclaró, que la poesía es
multitudinaria siempre como posibilidad, y que si es minoritaria es por una
razón de cultura de educación de sensibilidad pero nunca porque la poesía tenga
que estar reducida a un pequeño grupo, siempre es infinita, implacable:
puntualizando que en poesía todos aprendemos a aprender algo cada mañana, y que
el libro siempre estará vivo en el alma de la humanidad, que el hecho de que el
mercado actual de la literatura no esté cotizado no tiene nada que ver con los
valores últimos de las cosas. Para él la poesía es la respuesta que el hombre,
el poeta da al mundo a las cosas, a las circunstancias, a la infinidad de
suscitaciones que le llegan desde el mundo de fuera y desde el mundo de dentro
y lógicamente la poesía evoluciona cuando las respuestas y las personas son
diferentes. Él afirma que la poesía nos facilita la comprensión, nos reconcilia
con los demás y hasta con nosotros mismos; es un valor imperecedero e
irrenunciable.
Leopoldo de Luis al que conocí en un ayer cercano y al que vuelvo con asiduidad me enseñó que no solo es un excelente escritor que debería estar ocupando un sillón en la Real Academia Española, también que su temática personal ahonda en la humanidad de las cosas y de los hechos de los tópicos al uso. Tener a Leopoldo de Luis en Valdepeñas es un acierto y por ello mi felicitación para el Grupo A-7 por su acertado criterio al elegir para este ciclo de vinos nobles en su Vaso noveno a los poetas más prestigiosos del momento y por esa peculiar y bella manera de dar la bienvenida al verano de la mano del vino y la poesía, fórmula mágica que por milenios se perpetúa gracias a los dioses protectores de las letras que no se pierden entre la prisa y lo prosaico de la vida actual.
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