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domingo, 22 de marzo de 2020

A pesar de la desolación amanece y cantan los pájaros en Tomelloso

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hace 5 horas - Hoy en este silencio del amanecer me han despertado el canto de los pájaros llegados en esta primavera a Tomelloso emboscado en un ...



Hoy en este silencio del amanecer me han despertado el canto de los pájaros  llegados en esta primavera a Tomelloso emboscado en un adiós constante sembrado de muerte. Me levanto y escucho en sus trinos a esas aves llegadas que no sé cómo se llaman, solo escucho y en el silencio de las ultimas bocanadas de la noche me recuerdan que a pesar de tanto luto es primavera.
Me levanto y salgo a mi terraza a sentir el frio de la madrugada y los primeros zureos de las molestas palomas que también se van uniendo a los cantos primeros del nuevo día. Dios nos proteja, ruego, de tanto mal, Cristo llagado y muerto, en esta cuaresma que es cuaresma de dolor.  Y sin abandonar mi fe espero que mi oración sea escuchada y se eleve con el canto de las aves.
Anoche me dormía recordando a los que se nos habían marchado. Son tantos que ya lo ignoro porque hay un pacto de silencio para no nombrarlos en esas esquelas de los periódicos digitales de mi pueblo que se han quedado mudas.
Hace una semana despedíamos a un cronista nuestro, amigo de sonrisas y simpatías Andrés Naranjo, al que ya no volveré a encontrármelo por la calle. Ayer se nos marchó Pablo Ortiz, Director de la revista Pasos, revista decana de Tomelloso, al que ya no escucharé a través  de mi teléfono fijo   en esas largas conversaciones en las que me informaba de desidias y abandonos en las parcelas tomelloseras y en la insensibilidad hacia las personas con discapacidad de movilidad. Porque Pablos Ortiz-Pasos, como se le llamaba cariñosamente,  se ayudaba de dos bastones para andar, difícilmente, y por eso él conocía  todos esos impedimentos al sufrirlos.
Ayer celebramos el Día Mundial de la Poesía declarado por la Unesco en París  y que la Unesco define así.
“El Día Mundial de la Poesía, celebrado cada año el 21 de marzo, conmemora una de las formas más preciadas de la expresión e identidad y lingüística de la humanidad. La poesía, practicada a lo largo de la historia en todas las culturas y en todos los continentes, habla de nuestra humanidad común y de nuestros valores compartidos, transformando el poema más simple en un poderoso catalizador del diálogo y la paz. La UNESCO adoptó por primera vez el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía durante su 30ª Conferencia General en París en 1999.El Día Mundial de la Poesía es una ocasión para honrar a los poetas”
A través de los medios y de los amigos poetas leí poemas y escuché otros, todos ellos con la belleza poética, junto con el deseo de que nos ayude a ir saliendo de este negro túnel donde estamos metidos. Llamé con el móvil a los que están con familiares ingresados, y a los que guardan cuarentena sin que se les haya  hecho la prueba del corona virus, que aquí en este pueblo grande son muchos; demasiados. Demasiados los muertos que tenemos a diario desde hace muchos días. Demasiados de los que no se dicen el número de fallecidos.  Y nos preguntamos el porqué de ese querer tapar lo inevitable cuando  en los móviles no cesan los mensajes de esas tristes noticias. Con los ojos no vemos  esas despedidas pero si las conocemos por los oídos.
Los honramos desde nuestro confinamiento con el temor de a quien tocará después. No tiene sentido ocultar sus nombres porque así la incertidumbre es mucho mayor. Cierto es que jamás hemos padecido nada igual a lo que está sucediendo pero las heridas no se cierran si antes no se curan. Y ahora es tiempo de lamentarse y de llorar por los nuestros; así nos lo dice el Eclesiastés: El autor de este Libro es un “Sabio” de mediados del siglo III a. C. que pone sus reflexiones en boca del ECLESIASTÉS, palabra griega que significa “predicador”. Y nos habla de la relatividad de la vida para adentrarnos en la común unión con Dios y, que a pesar del infortunio, no dice que no debemos perder la esperanza.
Por lo tanto se nos advierte  que hay tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar. Y en estas redes estamos viviendo. Personalmente  creo que como  nos dice a través del Evangelio  Jesús de Nazaret; la verdad nos hace libres.  Libres para gemir y libres para reconocer nuestro pesar y dolor por este momento que  estamos viviendo en la aldea global, tan vencida a pesar de creerse tan poderosa. Libres para saber quiénes se nos mueren y llorar sin rendirnos porque no somos niños a los que hay que proteger de la tragedia. Para vencer hay que conocer al enemigo y nuestro enemigo es tan poderoso y cruel que ocultarlo es retroceder para terminar con él.
Estamos recluidos  en nuestros pequeños hogares pero a pesar de todo es primavera  y si estamos atentos podremos escuchar su llamada y sus sonidos.
Escuchemos su llamada a pesar de estar amurallados. Escuchemos a la naturaleza y aprendamos que nos necesitamos unos a otros y también a ella.


                                                                                           Natividad Cepeda


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Etiquetas: Andres Naranjo, desolación, madrugada, natividad cepeda, Pablos ortíz, pájaros, Pasos, tomelloso

viernes, 20 de marzo de 2020

No puedo abarcar tanta tristeza en este tiempo de congoja

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No puedo abarcar tanta tristeza en este tiempo de congoja

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Cuadernos Manchegos. No puedo abarcar tanta tristeza en este tiempo de congoja. Natividad Cepeda | Tomelloso | Sociedad | 19-03-2020 ...


No puedo abarcar tanta tristeza en este tiempo d congoja

Al empezar a escribir  escucho desde mi pequeño escritorio el viento dando en los cristales y en las ramas sin hojas de dos árboles que tengo en mi acera. Aunque ha hecho calor primaveral todavía no tienen hojas  sus ramas y al mirarlos pienso que son como nosotros, frágiles y expuestos a las inclemencias no deseadas que nos trae la vida. Los miro y siento cariño por ellos porque en sus ramas se posan los primeros vencejos llegados de África o de otro lugar lejano. Son los primeros que llegan a mi pueblo y desde mi infancia espero su llegada porque ellos son los que anuncian la primavera. Después van llegando las golondrinas con sus chillidos y formaciones  al amanecer, jubilosas,  volando en el espacio de la calle, junto con los vencejos.
Para mí es un regalo maravilloso escucharlos y verlos ir de un lado a otro del espacio hasta perderse en las alturas. Siento que vuelo con ellos, para lograrlo cierro mis ojos cuando mi vista no alcanza mirarlos, y me elevo sin materia  en sus alas y en sus chillidos, igual que cuando era niña y en el patio grande de mi casa llegaban puntuales al final de marzo.
Regreso al pasado, que nunca ha dejado de ser presente, y viene la voz de mi abuelo diciendo que todos somos  hijos de Dios, igual que los pájaros.
Necesito ver amanecer, aunque no siempre lo consigo, porque si me quedo escribiendo, o leyendo se me olvida el horario y claro, cuando me despierto el sol ya ilumina los tejados. Pero hay días que duermo cuatro horas porque siento la llamada de la aurora y  me pongo mi bata más vieja, que es con la que me siento mejor, abro el balcón buscando  el lucero del alba porque en él, habita mi madre. 
A mamá, jamás la llamé madre, siempre mamá, hasta que se me durmió y me espera, allá, donde nacen las estrellas. A mi madre también le gustaba madrugar y dormía poco, es algo genético, por lo que había ocasiones que veía amanecer junto a ella y me señalaba  el lucero del alba, diciéndome que era la estrella más bella del cielo. Después yo aprendí que se llamaba Venus y que es un planeta del sistema solar que gira al revés que la tierra, de oeste a este.
Más tarde descubrí que Venus es el nombre que los romanos le dieron a Afrodita, la diosa griega del amor y la belleza; la sin par, surgida de la espuma del mar.
Es una bellísima narración que dejaremos para otro momento.
Porque cuando yo veo en el cielo clarear, el único lucero en el cielo es Venus, y recuerdo a mi madre junto a mí, viendo como el horizonte se tiñe de escarlata y terciopelo azul. Entonces regreso a ver la chimenea alta de la fábrica de alcohol  de la calle  Domecq de Tomelloso, camino de la casa de mis abuelos maternos, que yo miraba. Al hacerlo parecía que la chimenea se me caía encima, mientras andaba me invadía un mareo enorme hasta tener que bajar los ojos al suelo. Mamá se reía y yo miraba a mis hermanas feliz de estar las cuatro juntas en la calle sin nadie camino de la casa de los abuelos.
Efectivamente  yo soy de Tomelloso, un pueblo de la llanura manchega y  BeamSuntory lleva instalada en la ciudad desde 1890 y es el principal proveedor de aguardientes de las bodegas de Jerez que elaboran las marcas de brandy tradicionales como Terry Centenario y Fundador Pedro Domecq. Toda una historia. Esta primavera no es buena para nadie. Pero yo creo que la superaremos igual que las viñas cuando otras primaveras se les han helado sus pulgares y la cosecha se nos ha perdido, y luego han brotado algunos tallos y a los años siguientes la cosecha ha sido mejor.
Mi abuelo me decía que las personas  somos como las cepas de la vid, sufrimos, lloramos igual que los sarmientos en invierno, y después resucitamos. Ese fue su legado caer y levantarse sin perder la esperanza ni el ánimo; tampoco el amor a su familia y la fe en Dios.
Volar con las alas del espíritu  es conocer que todo es posible incluso cuando la muerte no es una película de terror, y si una cruel y fatídica realidad. Desde que el bicho del corona virus se ha convertido en una penosa costumbre vamos comprobando que ignoramos las causas de los aconteceres. Se nos ha resquebrajado ser tan afortunados a pesar se tanto odio escupido por grupos y asociaciones que injurian y separan la convivencia entre nosotros.
De pronto la vida es nuestra única patria y Dios nuestro asidero. Y sin demora  buscamos el amor ante la enfermedad y la muerte de los ancianos y de esos jóvenes vulnerables que han caído ante nuestra impotencia. Huye nuestro confort  y acudimos al coraje  de sobrevivir y es ahora cuando valoramos lo importante de lo cotidiano y pequeño de cada día. Nunca antes habíamos soportado tanto daño entre nosotros. Nunca el corazón se había sentido herido y sin seguridad a pesar de todo lo logrado.
Vuelvo al amanecer y a los recuerdos mirando el vuelo de las aves peregrinas de vida que regresan a buscar en los nidos de antaño, la llegada de las que han de nacer para perpetuar la especie y ante ellas me pregunto ¿por qué  nosotros hemos destruido los nidos familiares en nuestra sociedad? Se mueren los ancianos no solo por el virus19, también porque los hemos venido aparcando lejos de nosotros y ahora  nos lavamos las manos  buscando a quien culpar.
Se multiplican las muerte en Tomelloso y en España, avanza por Europa y este mudable tiempo escaso de fortuna es propicio para mirarnos hacia adentro y pensar, que todos somos frágiles y nos necesitamos para seguir viviendo, porque solos no podemos abarcar tanta tristeza en este tiempo de congoja.
Natividad Cepeda

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    Etiquetas: ancianos, chimeneas, congoja, corona virus, Cuadernos Manchegos, muertes residencias, natividad cepeda, tomelloso, tristeza

    domingo, 8 de marzo de 2020

    Marzo y esa cáscara rota de mujer




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    Natividad Cepeda | Tomelloso | Sociedad | 08-03-2020
    Marzo y esa cáscara rota de mujer

    Ella era un manojo de silencio extraído del vientre de mil vientres de mujeres venidas de aquella caverna de Platón que el filósofo inventó entre el vacío del tiempo y lo incierto de la vida.
    Ella fue andando sin dejar huellas de su pie por donde cruzó sin historia ni epopeyas en el almanaque de los territorios de piedra, arcilla y agua sin otra herramienta que su hacer y su enseñanza a las mujeres que nacían.

    Ella nació con esa desventaja de ser cuna y telar de la vida en su seno para iluminar con la sangre vertida a borbotones entre el llanto primerizo de una criatura.
    Después ella se ciñó el vientre perdida su cintura con un lienzo cualquiera para que no le doliera aquella piel descolgada, floja y vacía que había dejado de ser cuna de agua del hijo mecido en las entrañas.
    Y se miró en el espejo de sí misma viéndose como una cáscara rota después de los resuellos y los gritos de animal empujando para que saliera de la placenta rota la criatura.
    Le dolía toda la geografía de su cuerpo  porque sin previsión alguna los pechos le escocían encima de soportar aquél cansancio que emanaba desde dentro como si ayudar a que otros nacieran fuera un desatino que ninguna otra mujer le había explicado.

    Aquél era el credo de la vida padecer y hasta morir en ocasiones cuando la naturaleza se oponía  a dar paso a la vida bajo el viejo precepto de ser tierra fecunda y trasmitir la vida.
    Ella tenía ese atributo, igual que la madre tierra engendraba en su seno como la tierra fértil que nos da cosechas, criaturas trepidantes de raíces antiguas que luchaban para repoblar el planeta.
    ¡Salve mujer encarcelada en el juego de un manual de llanto y desatino por anidar en ti todos los hijos de los hombres! Tú compañera de fábulas antes de ser escritas por los dioses.

    Me duelen tus duelos y quebrantos casi siempre olvidados y me duelen aquellos horizontes que nublaron toda tu existencia de tinieblas absurdas y egoístas de tus padres, esposos, hermanos y hasta de tus hijos que después de adorarte como diosa profana de belleza sagrada te dejaron en cueros cuando dictaron leyes para regir ciudades.
    Te cansaste y saliste de la penumbra y gueto donde estabas recluida y exigiste ser igual en derechos y no solo en obligaciones. Error toda esa miseria de escribir que eras tú diferente a ellos. Jamás te lo creíste pero pesa tanto el amor  que se abonó la estancia de toda convivencia con aquellos mandatos de que no estabas a la altura de los hombres que de ti habían nacido. Y callaste.
    Hojeo las páginas escritas de esa procesión de injusticias y me asombra que tú hayas sido una sombra minúscula y escarnecida en los altares religiosos y laicos. Porque no se ignora que en la pirámide humana la cúspide y la base no serían posible si ti; y todos los ha permitido. Lo siguen permitiendo en países con nombres sellados por el poder del dinero y los convenios de estado. Y aunque en otras parcelas  de la tierra se celebre cada 8 de marzo  fiestas reclamando igualdad y derechos no nos engañemos, el infortunio de millones de mujeres sigue existiendo.

    Yo no niego que hay que proseguir educando en igualdad no sólo cada 8 de marzo, cada día hay que hacerlo, pero sin perder la razón de saber que los dos somos seres necesitados de amor y comprensión: hombre y mujer  nacidos para la convivencia nunca para la agresión y el odio mal entendido, y peor aún, si es instrumento de políticas necias. Meditemos lo que se ha conseguido y aquello que hay que conseguir sin pausa, pero sin zafias groserías y frases erróneas como eslogan de panfleto sin tino ni cordura.
    Porque ninguna mujer es una cáscara rota  a la que ultrajar, ni humillar, ni combatir haciéndola de menos frente al hombre. Tampoco mujeres contra los hombres, porque entonces sería como diseñar un agujero negro sin fondo y a la vez sin vida. Nos necesitamos por igual y para ello hay que educar y legislar sin caer en el atropello de plebe  irracional.
    Ella, esa mujer anónima y yo, necesitamos ser visibles sin represión ni posibilidad de ocupar un lugar en la sociedad de igualdad, ganado con nuestro esfuerzo pero también sin las zancadillas y prepotencia de un sistema milenario donde la mujer no ha sido respetada como persona jurídicamente como el hombre.

    Natividad Cepeda

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    Etiquetas: 8, cáscara, cuadernos, españa, leyes, manchegos, marzo, mujer, natividad cepeda, rota, tomelloso, vientre

    martes, 3 de marzo de 2020

    Hallar a Dios en la gente


    En medio de la gente a veces no sé muy bien quien soy. Cuando intento comprender algunas opiniones escuchadas en medios de información con el afán absoluto de manejar mi opinión, me pregunto para qué, si las soluciones más sencillas no se resuelven nunca. Si tuviéramos conciencia probablemente acertaríamos para bien de todos. Pero parece ser que la conciencia es mera herramienta para alcanzar los propios fines sin pensar en los ajenos.

    La desdicha del ser humano es ignorar nuestra propia vulnerabilidad tan evidente cuando se nos presenta lo inesperado, por ejemplo el coronavirus. De pronto los planes se han abandonado y el miedo a morir nos hace pequeños y frágiles en este mundo globalizado tan poderoso y lógico.

    ajenos Y de pronto recuerdo una afirmación de Stepen W. Hawking, cuando escribe: “Dios eligió la configuración inicial del universo por razones que nosotros no podemos esperar comprender”. Afirmación bien planteada porque si a fecha de hoy no se he resuelto el hambre que extermina a millones de personas a pesar de mostrarnos, ahora en imágenes esos niños famélicos, cómo vamos a comprender eso otros espacios  científicos, salvo que la fe, de los creyentes, admita que Dios es mucho más que cualquier ecuación.

    La tragedia, nuestra tragedia humana es no saber desarrollar el bien común para lograr ese beneficio autentico para así evitar situaciones siniestras y antagónicas. Con bellos razonamientos se nos explica el beneficio de la muerte voluntaria, tan fácil como tomarnos una pastilla y partir sin dolor ni sufrimiento. Y ante esa nueva vereda por donde  caminar la polémica inicia su camino de desacuerdos. Y, ante las críticas en contra de la muerte programada, se suceden opiniones radicales, casi siempre, exentas de amor hacia nosotros mismos.
    Porque si es tan maravilloso morir  para evitar sufrir ¿para qué soliviantarnos ante el coronavirus o cualquier otra pandemia que nos evitará problemas de convivencia?

    No es lo mismo llamar que salir a abrir, nos dice el refrán.  La vida de los otros no importa, sobre todo cuando hay que cuidarlo y protegerlo porque ha envejecido o porque desgraciadamente está enfermo. Motivaciones éstas, exentas de humanidad. El dialogo en torno a este tema está en punto muerto. Tan muerto como el aborto que ha conseguido que tengamos una Europa vieja, egoísta, caduca y enfrentada a los problemas de hace un siglo, extremismo ideológico que no es el mejor camino.

    La vida es pluralidad desde su comienzo hasta su final y solo Dios, es quien la regula, nos guste o nos enfurezca. Todos nos olvidamos de lo extraordinario que es la vida en cada una de sus manifestaciones. La vida creada para respetarla, desde un grano germinado de trigo hasta el aliento del que lucha por vivir. Y nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a mancillar y destruir ese derecho de la Creación. Y si los matices son creer en Dios o en negarlo, en ese dualismo solo queda respetarnos, porque si yo como creyente no puedo demostrar que a Dios lo siento y creo en su existencia, el ateísmo, no puede demostrar su no existencia en la creencia de la divinidad.

    Toda vida es un eslabón en medio del universo. Yo creo en Dios porque así me lo trasmitieron mis antepasados y con esa creencia el respeto al mundo conocido. Promocionar la muerte es talar el futuro de los que nos precederán. Franquear la convivencia se hace cuando miramos a la gente y en ellos nos vemos reflejados. Yo he hallado a Dios en gente desconocida que me tendieron su mano sin yo pedirla.


                                                                                   Natividad Cepeda


                       Publicado en Cuadernos manchegos    Natividad  Cepeda | Tomelloso | Sociedad | 27-02-2020
    Publicado por natividad cepeda en 16:40 No hay comentarios:
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    Etiquetas: científicos, dios, ecuación, enfermo, eslabón, eutanasia, gente, Hawking, humanidad, natividad cepeda, tomelloso, universo, viejo
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