sábado, 14 de enero de 2017

Ahora que tú, Nicolás del Hierro, eres un habitante del universo eterno

            Ahora que no  le escucharé al otro lado de la tecnología del teléfono al  poeta Nicolás del Hierro, no me quedan palabras  para deciros lo que siento cuando la voz de un amigo se duerme en la niebla extensa de la muerte. Se ha marchado en enero, sábado 14 de 2017, cuando la luna es grande y redonda y los niños juegan con regalos de los Reyes de Oriente. Se ha ido buscando ese rumbo de estrellas y galaxias de improviso para mí, porque yo no quería tener que despedirlo.
 Él pasó por mi vida como pasa la luz por las rendijas de las sombras ocultas que bailan entre brumas.
Él tenía siempre para mí una llamada telefónica y el regalo de cada uno de sus libros que puntualmente me traía el cartero.
Él  era un señor de hermoso pelo rizado como si el mar y sus olas  lo estuvieran peinando cada día, y tenía, un mirar sonriente y a veces, escondía sus pesares entornando los ojos y haciéndolos pequeños para disimular lo que allá adentro del alma le dolía.
Él, era elegante, y hasta con un cierto aire de altivez comedida, para preservarse de tanta injusticia  que había conocido en su andar por el mundo.
Y al conversar con Él, a veces, en ocasiones, hablaba de anécdotas y vivencias transcurridas  a su alrededor y muy calladas, porque no todo se puede ir contando ni publicando en los libros.
Y sonreía al estrechar sus manos entre las mías, guardando entre sus labios una miejica de infancia y añoranza con la calma de los Hombres de mi tierra austera y soñadora.
Ahora  el ya conoce a quien no se debiera nombrar: al que se nombra buscando la verdad que anda aun entre pañales, a ese Dios que Él me pidiera que le rogara por él en mis oración; al que buscaba a pesar de sus dudas.
Ha dejado una herencia de poemas propicia al lector sencillo y, también para el exigente que lo busque y lo estudia junto con su   testimonio de ser valiente y constante al no dejar que el blanco del papel, se quedara sin su voz y su caligrafía a pesar del dolor y la impotencia.
Para cuando me llamen a emigrar de esta tierra, quisiera volver a verte a ti Nicolás; a ver en ese universo misterioso tu sonrisa de amor y de poeta. Y si es cierto que Dios no es una fábula, ni una idea, ni un invento milenario y sangriento…estoy segura que tú, Nicolás ya lo habrás conocido y por eso, ahora, soy yo quien te ruega, que pidas por todos los que te hemos querido.   
Enero te ha llamado cuando todavía las copas del brindis por el año nuevo, suenan entre las pestañas del recuerdo, yo admirado maestro, por ti, alzo mi copa de vino labrado por mi  hombre, con el que comparto vida y desengaños, y con él, y por ti, brindo porque otras generaciones en bibliotecas y librerías, abran cualquiera de tus libros  y descubran lo que fuiste y eres, poeta Nicolás del Hierro, por encima de la muerte.




                                                                                         Natividad Cepeda                                                                                                         

No hay comentarios:

Publicar un comentario