Hoy
14 de diciembre, la niebla es un mato húmedo cubriendo Tomelloso. En mi calle
hay una rotonda que su centro alberga un olivo centenario traído de los campos
lejanos de otras tierras sureñas; el olivo es la belleza suprema dela calle,
hermoso y callado soporta estoicamente los humos de los coches y los frenazos
desesperados de la ausencia paciente de los conductores que parecen tener prisa
para dejar de vivir.
Hace
días que a su tronco han puesto una faja de luces blanca como símbolo de
Navidad profana, al mirarlo pienso en lo costoso de esa falsa Navidad en torno al árbol y sumo, sin saber, el
conste de todas las luces de mi pueblo
que se encienden para alegrar los
días navideños. Ignoro la cifra del coste pero es un dinero tirado que a nadie
beneficia y que tampoco hace mejor los días de diciembre.
Por
aquí y por allá se hacen festivales locales para sacar fondos y poder ayudar a
las asociaciones que dan de comer y pagan facturas de luz eléctrica a los que
lo necesitan, mientras en las calles se encienden luminarias que todos pagamos
sin que se nos hay pedido permiso ni opinión.
Hoy
leyendo la poesía de Juan de Yepes- una vez más-pienso en la dureza de su vida,
y haciendo mía la frase de Teresa de Jesús, imagino cuanto sufrieron sus
“huesecicos” hasta el mismo día de su
muerte. Inteligente y bondadoso fue incomprendido y perseguido por aquellos que
jamás debieron hacerlo: por los suyos. Pero decía verdades y amaba más allá de
la vida, experiencias que no alcanza a la mayoría porque se engalanan como el
olivo con fajas de luces artificiales. Su poesía leída, por menos de lo que presumen
de haberla leído, es una poesía nacida y creada desde la formación académica y
del amor infinito al Creador; poesía vehemente, hermética, por aquello de la
persecución y de la incomprensión y también porque carecía de vulgaridades que
en ese pasado existían igual que hoy.
Su
santidad para los católicos es fehaciente por lo que lo llamamos como él quiso
llamarse Juan de la Cruz; San Juan de la Cruz, llamado y declarado por la
iglesia, Patrón de los poetas, al que ruego, que me ayude, que nos ayude a todos, creyentes y no creyentes en
su fe cristiana y sí en su poesía, para ver la luz a través de la niebla de
este día y no a través dela hipocresía reinante.
Para
reconocerle y honrarle unos versos de su
“Noche oscura”, en esa noche que el alma,
su alma de creyente en Cristo Hijo de Dios, clama a Él, cuando es perseguido injustamente:
cuando clamamos y somos perseguidos por diferentes causas y poderes otros
poetas y otras personas injustamente. Porque la injusticia para desgracia
humana sigue vigente hoy después de tantos siglos.
Su
poesía es vigente a pesar de los siglos transcurridos.
NOCHE OSCURA
En una noche oscura,
con ansias, en amores
inflamada
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa
sosegada.
A oscuras y segura,
por la secreta escala
disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa
sosegada.
En la noche dichosa
en secreto, que nadie me
veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón
ardía.
Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del
mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie
parecía.
¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que
la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado
transformada!
En mi pecho florido
que entero para él sólo se
guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros
aire daba
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos
esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos
suspendía.
Quédeme y olvídeme,
el rostro recliné sobre el
Amado,
cesó todo y déjeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas
olvidado.
En Tomelloso a 14 de
diciembre de 2013
Hoy 14 de diciembre de
2016 también el día es gris, continuo leyendo a San Juan de la Cruz y creo en
su mensaje de fe y en su mensaje poético. El texto que aparece lo publique en Facebook
en 2013 y ante su actualidad vuelvo a
lanzarlo a las redes porque creo que las banalidades de nuestra sociedad hay
que intentar humanizarlas en vez de aplaudirlas y seguirlas.
De nuevo la Navidad llama
al corazón y su llamada es algo más que luces de colores y publicidad de
perfumes y comida de lujo: Navidad es Amor y ese amor hay que compartirlo y
darlo a cuantos carecen de lo necesario para el cuerpo y para el alma.
La poesía y los poetas
también estamos llamados a ser anunciadores de belleza y de justicia por encima
de todas las ideologías.
Natividad Cepeda
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