martes, 21 de febrero de 2012

carnaval


                         La mejor mascarada del carnaval 2012


    *            Cuando estamos al borde mismo del precipicio de una crisis inhumana y procaz llega el carnaval con su careta de chabacano júbilo. Sin duda alguna que en el crepúsculo de los ídolos de barro, no otra cosa son los amorales gestores, que han permitido que las clases sociales menos favorecidas por la diosa fortuna, sean los que paguen el despilfarro de otros.

De momento los que tienen que renunciar a la seguridad de vivir cada día con lo meramente necesario son los que menos sueldos han tenido y tienen, autónomos, obreros de cualquier oficio y jóvenes con empleo de mala calidad, si lo tienen, y los que buscan desesperadamente encontrarlo en España y en el extranjero.
Las estructuras donde todos nos apoyábamos nos han fallado, y en este carnaval de febrero de 2012, las caretas se caen en juzgados y denuncias escuchadas en medios de comunicación, sin que los casos descubiertos de los muchos corruptos nos solucionen la problemática en la que estamos hundidos.

    *            Asistimos al esperpento del carnaval y las murgas como única vía de escape para nuestra rabia e impotencia ante la débacle de la realidad cotidiana. Emulamos al cisne en su último canto al ponernos el disfraz del carnaval, intentando tapar las muchas heridas y cicatrices que nos deja el día a día.

Nos convoca el carnaval a sacar de los baúles, que ya no tenemos, porque en la propiedad horizontal de los pisos no caben, y sí son ostentados en tiendas de anticuarios, para decorar mansiones de nuevos millonarios, que pagan sus facturas con la piel sin botox ni estiramiento de bisturí de todos lo que ahora, acuden a oficinas de empleo sin esperanza de trabajo, solicitando ayuda en las Caritas parroquiales de las iglesias católicas. Iglesias donde se pide donativos  para este fin, y donde silenciosamente los creyentes que acuden a misa, depositan en silencio su donativo, amén, de otros muchos, tener cuota anual y ser voluntarios sin paga ni fotos en las revistas amarillas o rosas, de las mal llamadas revistas del corazón, y de las que se ocupan de la economía financiera y de cómo baja y sube los valores en bolsa.


El pueblo llano, se burlará de nuevo, embutidos en disfraces procaces y a veces soeces, de monjas, frailes, obispos, curas y beatas con la disculpa, por parte de todos, de que no se hace con mala intención.

*    Pero en esa quimera  no deja de sorprenderme, que no se haga burla y se disfracen, con atavíos de otras religiones menos respetuosas con los derechos humanos y por supuesto, nada generosas con los mendigos actuales.  Porque mendicidad es ir a pedir comida, vestido y euros para pagar la luz, el agua… realidades actuales disfrazadas  en el carnaval de la vida con la sinrazón de la crisis  que padecemos los más débiles.

En las tramoya de los carnavales entre gasas y confeti, se arropa la escasez y la miseria de muchos, junto con el temor de perder los servicios de una sanidad que hemos pagado con nuestro aporte personal, sin permitirnos el lujo de lucir modelos exclusivos de modistos, ni comer en restaurantes, donde los restauradores saben muy bien quienes pueden pagar estupideces culinarias diseñadas para ricos sin pudor y sin conciencia.
El ocaso de nuestro entorno nos estremece al imaginar que peligran  las jubilaciones: Jubilaciones de 1200, 600, 400 euros sin esperanza de ayuda por parte de los estados autonómicos, tan generosos con eventos donde ha corrido el dinero, sin el mínimo escrúpulo  de culpa por disponer de lo que no era suyo. Y ante esta fea realidad el que esté libre de culpa que tire de la verdad tan escandalosa y miserable.

*    El despliegue del carnaval enmudece ante esta carnavalada social en la que estamos inmersos. Al filo de la angustia la mejor mascarada es escuchar a los políticos, sin lumbre que encender y sin disfraz que oculte la marginalidad adonde estamos abocados.  Pero sobre la gleba, que no otra cosa somos frente a los abusos de los poderosos banqueros, y la consecuencia del mercado que nos esclaviza, nadie rompe una lanza a nuestro  favor, por lo que los próximos carnavales seguramente que ni tendremos traje con el que disfrazar  nuestras derrotas. 

                                                                                       Natividad Cepeda


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