viernes, 27 de enero de 2017

La tierra, siempre la tierra

Porque nací  en la tierra y volveré ella me duelen sus gentes, que son los míos.
Me duelen los días vividos a solas labrando la tierra con las mejillas tostadas por el sol y el aire, la lluvia y el frío de frente y encima de la tierra que aman y a la que le dedican fuerzas y sueños. Los ecos desperdigados en los campos no son oídos ni escuchados.  No existen esos labradores que pagan erarios exacerbados y sostienen con su amor a la tierra puestos de trabajo y habitantes en los pueblos.
Las ciudades, adonde llegan sus hortalizas y verduras, sus vinos y aceites, su harina y su leche nada saben de su cuitas. Nada quieren saber de los tributos pagados al erario público de administraciones diversas, nacionales, comunitarias, regionales y locales. Apenas si en los medios divulgativos se difunden las tropelías que vive el campo español. 
Todos los ignoran: todos no. Los satélites y administraciones archivan y ven todo cuanto se labra y se recoge, lo que se lleva a las cooperativas y jamás se defrauda pagando los impuestos más civilizadamente que  en cualquier otro trabajo. Si un impuesto no se paga se cobran en tierra. Se le sube el impuesto con recargas abusivas, se le calumnia alegando que a los trabajadores no se les paga los debido… Sucias falacias. Y nadie, absolutamente nadie,  indaga cuantas horas se trabajan  realmente cumpliendo con el horario establecido.
La tierra, siempre la tierra labrada ha sido perseguida por los grandes señores trajeados de poder y avaricia. Nadie quiere dar a conocer el abandono de los campos. Nadie dice como se quedan los pueblos habitados por viejos jubilados. Jubilaciones de miseria; de autónomos pobres que han mantenido su patrimonio gracias a renuncias continuas, a carecer de viajes y caprichos… 
Ahora en muchos de nuestros pueblos la tierra no se labra. Se deja abandonada y las casas se cierran y nadie las vuelve a abrir.
Mañana, la miseria habitará mucho más en las grandes ciudades cuando todos quieran vivir en su paredes porque nadie quiere labrar la tierra de esta España abandonada a los dimes y diretes de los políticos que se miran el ombligo y se llenan los bolsillos con el sudor de otros.
Todavía hoy se ven tierras labradas desde autobuses, trenes y coches particulares, mañana no sé quién los verá.


                                                                                                   Natividad Cepeda


Arte digital: N cepeda

sábado, 14 de enero de 2017

Ahora que tú, Nicolás del Hierro, eres un habitante del universo eterno

            Ahora que no  le escucharé al otro lado de la tecnología del teléfono al  poeta Nicolás del Hierro, no me quedan palabras  para deciros lo que siento cuando la voz de un amigo se duerme en la niebla extensa de la muerte. Se ha marchado en enero, sábado 14 de 2017, cuando la luna es grande y redonda y los niños juegan con regalos de los Reyes de Oriente. Se ha ido buscando ese rumbo de estrellas y galaxias de improviso para mí, porque yo no quería tener que despedirlo.
 Él pasó por mi vida como pasa la luz por las rendijas de las sombras ocultas que bailan entre brumas.
Él tenía siempre para mí una llamada telefónica y el regalo de cada uno de sus libros que puntualmente me traía el cartero.
Él  era un señor de hermoso pelo rizado como si el mar y sus olas  lo estuvieran peinando cada día, y tenía, un mirar sonriente y a veces, escondía sus pesares entornando los ojos y haciéndolos pequeños para disimular lo que allá adentro del alma le dolía.
Él, era elegante, y hasta con un cierto aire de altivez comedida, para preservarse de tanta injusticia  que había conocido en su andar por el mundo.
Y al conversar con Él, a veces, en ocasiones, hablaba de anécdotas y vivencias transcurridas  a su alrededor y muy calladas, porque no todo se puede ir contando ni publicando en los libros.
Y sonreía al estrechar sus manos entre las mías, guardando entre sus labios una miejica de infancia y añoranza con la calma de los Hombres de mi tierra austera y soñadora.
Ahora  el ya conoce a quien no se debiera nombrar: al que se nombra buscando la verdad que anda aun entre pañales, a ese Dios que Él me pidiera que le rogara por él en mis oración; al que buscaba a pesar de sus dudas.
Ha dejado una herencia de poemas propicia al lector sencillo y, también para el exigente que lo busque y lo estudia junto con su   testimonio de ser valiente y constante al no dejar que el blanco del papel, se quedara sin su voz y su caligrafía a pesar del dolor y la impotencia.
Para cuando me llamen a emigrar de esta tierra, quisiera volver a verte a ti Nicolás; a ver en ese universo misterioso tu sonrisa de amor y de poeta. Y si es cierto que Dios no es una fábula, ni una idea, ni un invento milenario y sangriento…estoy segura que tú, Nicolás ya lo habrás conocido y por eso, ahora, soy yo quien te ruega, que pidas por todos los que te hemos querido.   
Enero te ha llamado cuando todavía las copas del brindis por el año nuevo, suenan entre las pestañas del recuerdo, yo admirado maestro, por ti, alzo mi copa de vino labrado por mi  hombre, con el que comparto vida y desengaños, y con él, y por ti, brindo porque otras generaciones en bibliotecas y librerías, abran cualquiera de tus libros  y descubran lo que fuiste y eres, poeta Nicolás del Hierro, por encima de la muerte.




                                                                                         Natividad Cepeda